La ampliación se despliega a lo largo del parque, continuando con la textura del mismo como contraposición a los bloques en altura de la calle de Rosendo. De esta manera el Museo actúa como un “injerto” en el jardín , una segunda piel que sirve de costura entre el centro de la ciudad y el edificio de las Dehesillas. A veces se fusiona con el espacio verde y en otras ocasiones asciende para convertirse en masa que sirve de fondo del paisaje tras los frondosos árboles del parque. Así el museo no es tanto un objeto como un nuevo mundo creado a partir de la interrelación entre el edificio y el parque.
Se plantea como acceso principal una incisión en la superficie del parque que genera una nueva plaza. Ésta se encuentra en la parte del parque más próxima al cruce de caminos, zona en la que se prevé más afluencia de público al Museo. Al otro extremo el edificio se une al edificio de las Dehesillas, de modo que se conservarán para el nuevo edificio dos piezas del mismo que albergarán parte del programa exigido.
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